Desde hace más de dos décadas he dedicado algunos ratos a ordenar el catálogo de mis composiciones, logrando poner un cierto orden en ellas, pues andaban muy dispersas entre carpetas, archivadores y clasificadores. Un cierto cuidado de que no se me fueran perdiendo los papeles de mis músicas siempre lo tuve, pero nunca muy meticuloso. A intentar un primer acopio, un tanto ordenado, de mis obras musicales, me había obligado hace ya tiempo la presentación de mi currículo como condición imprescindible para acceder a algunas plazas de enseñanza musical, unas libres, como aulas que había fundado yo mismo o que había propuesto a alguna institución política o económica (por ejemplo el Aula de Música de la de la Caja de Ahorros Provincial de Zamora) y otras más oficiales, como enseñar música a estudiantes de Bachillerato desde que en él fue obligatoria la música como asignatura (por ejemplo el Colegio de EGB y Bachillerato Corazón de María, en Zamora, o la Cátedra de Folklore y Etnomusicología en el Conservatorio Superior de Salamanca).
La primera ordenación más sistemática se me pidió para el Anuario de Castilla y León, que la editorial Ámbito publicó en 1991. Allí figuro entre una quincena de compositores de las nueve provincias, la mayor parte de los cuales han ejercido casi siempre fuera de ellas (no hay que olvidar que del beneficio económico de eso que se suele llamar la gran música no se puede vivir más que excepcionalmente en estas tierras mesetarias, incluso cuando escribo este prólogo, en 2012. Mi catálogo de obras, destinado preferentemente a la grabación de canciones en discos dirigidos al gran público aficionado a escuchar y a cantar lo que aprende, y por tanto a la interpretación coral con una base instrumental, difiere profundamente de la mayoría del de los otros compositores que aparecen en el listado, cuya actividad preferente ha sido y es la creación de obras para orquesta, grupos instrumentales y corales de todo tipo, e instrumentos solistas.
El catálogo que he ordenado aquí tiene dos finalidades. La primera, como he dicho, organizar de forma definitiva la numeración de cada obra según su fecha de composición. Pero la segunda, y para mí más importante, es la de dar a los lectores que tengan la curiosidad de recorrerlo la oportunidad de conocer los motivos, circunstancias y vicisitudes de mis obras, que desde hace cuarenta años vienen siendo una respuesta a propuestas que se me han hecho, a becas de investigación musical ganadas en concurso, o a propuestas que he hecho y se han aceptado por parte de entidades dedicadas a difundir la música, grabada o editada.
Por otra parte, y para terminar este breve preludio, tengo que manifestar que a partir del año 1970, en que comencé una actividad de recopilación, trascripción, ordenación, comentario musicológico y edición de músicas populares tradicionales todavía vivas en Castilla y León, sobre todo en las provincias de Zamora, León, Burgos y Salamanca, provincias en las que he recogido cerca de 10.000 documentos musicales, la mayor parte de mi tiempo libre (pues me he ganado mi vida sobre todo enseñando música) lo he dedicado, no a la composición, en la que anduve bien enredado hasta mis 40 años, sino a la edición de las obras de investigación a las que me he referido. Y no es extraño, claro está, que la mayor parte de las obras que desde entonces he compuesto, estén profundamente relacionadas con la música popular tradicional, presentadas en discos que se me han solicitado para un público muy amplio, en una forma y con unos arreglos vocales e instrumentales que permitan a quien los escucha aprender y repetir lo que oye. No obstante, ha sido también durante este último período cuando he compuesto una docena de obras para concierto en el estilo y formato de la gran música, es decir, destinadas a conciertos en los ámbitos y salas en los que tales eventos suelen tener lugar. Y, la verdad, no puedo quejarme de la acogida que tuvieron en sus estrenos y que siguen teniendo al paso del tiempo.
Los lectores que aguanten la lectura de lo que en este catálogo les interese podrán ir enterándose de los detalles circunstanciales por los comentarios con que presento cada obra, tanto aquí como, sobre todo, en el relato que con el título Vida de músico presento en esta misma página web, que recorre en todo momento un camino paralelo al de este listado, con intercambios y citas continuas entre ambos.
Y termino ya esta página previa con un aclaración práctica: aunque cada uno de los títulos responde a lo que podemos denominar una composición o una obra diferente, cuando varias de ellas forman parte integrante de un proyecto compositivo más amplio, por ejemplo un disco LP (pongamos por caso el primero que compuse, los Salmos para el Pueblo), he preferido agruparlas bajo el mismo número de obra, con un subnúmero que representa el orden en que se suceden en la grabación y en la edición, cuando la hay. Hojeando el catálogo el lector entenderá perfectamente lo que he querido explicar.